La Pedrera (1906-1912) es la última obra civil proyectada por Antoni Gaudí, cuya trayectoria estuvo marcada por la observación de la naturaleza y la búsqueda de la racionalidad en las formas. Figuras revolucionarias y un amplio repertorio orgánico.
Los propietarios, Perico Milá y Rosario Segimón, encargaron al arquitecto la edificación de su residencia en el escaparate social que fue a principios de siglo el Paseo de Gracia de Barcelona. La Pedrera encarna la libertad proyectual con la que el arquitecto obraba, incorporando la escultura como faceta integrante de la construcción.
Más de cien años después, su última vecina, Ana Viladomiu, nos abrió las puertas de su hogar. La intimidad de una vivienda amablemente optimizada que invita a su descubrimiento a través de unos pasillos decorados con motivos de inspiración marina en cielos rasos y baldosas que transmiten una familiar sensación de libertad. Un elogio a la sensibilidad con el que su inquilina ensalza la artesanía de Gaudí y que dotan a la casa de un aura único.
Es la ocasión perfecta para nutrirse de la singularidad estética de un lugar que celebra la simbología de la luz en un sofisticado equilibrio de creaciones atemporales.